¡Fobia escolar!
Hablar de fobia nos recuerda de inmediato
a la palabra o el concepto de “miedo y/o temor”, o a un trastorno de
ansiedad. El miedo surge cuando nos sentimos en peligro, sea real o
no lo sea. Empero, la gran mayoría de niños y niñas sienten “temores” leves
pasajeros y asociados a determinadas edades; que evolutivamente van superando
en sus etapas de crecimiento.
Sin embargo, cuando nos referimos a
“fobias”, estamos hablando de miedos desproporcionados, o extremos… no son
específicos de una edad, son de mayor duración y están más allá del
control voluntario e interfieren con la vida cotidiana.
Dentro de las que encontramos con mayor
frecuencia en la infancia y en el periodo de la adolescencia, se ubica la “fobia escolar” y se refiere específicamente a un rechazo de efecto
prolongado que se siente al ingresar o al acudir a la escuela por algún miedo
relacionado con la situación académica, escolar o educativa. Se
puede dar a cualquier edad. Por lo general en niño y niñas más pequeños
el comienzo se da en forma más repentina, en los niños más grandes se da en
forma gradual.
Cuando los niños van por primera vez a la
escuela, o cambian de escuela, inician un nuevo año escolar o enfrentan
etapas de transición, presentan niveles de ansiedad y temor que son normales y
que la mayoría suele superar con sus propios recursos. Sin embargo, en algunos
casos la ansiedad llega a ser tan intensa y constante que le impide al niño
(a) asistir a clases.
Este tipo de casos en los que la dificultad del niño o adolescente para asistir
en forma regular a clase tiene su origen en una aflicción emocional,
relacionada con un desorden de ansiedad o depresión, se llama "fobia
escolar". El gran temor que induce esta especie de fobia puede
llegar a ser tan severo que el niño se ausenta de la institución durante
semanas e incluso meses enteros, lo que produce una tremenda angustia familiar.
El niño busca la comodidad y seguridad de su casa, se angustia a la hora de ir
a la escuela, esta angustia aumenta de forma desproporcionada, hasta el punto
que se acompaña, en muchas ocasiones, de síntomas somáticos. Los padres
de estos niños saben que no quieren asistir a clases por temor y no por otra
razón. Lo que desencadena una situación de desasosiego que
aflige mucho a la familia.
Los factores que desencadenan la negativa
de ir a la escuela pueden ser diversos. Por ejemplo, factores escolares como
situaciones de tensión comunes en las escuelas; compañeros abusadores,
dificultades académicas, conflictos con los compañeros, cambios de colegio; factores
familiares como separaciones, problemas familiares, cambios de domicilio; y
factores físicos como la presencia de una enfermedad y sus consecuencias,
pueden desencadenar la fobia escolar.
Cada caso es único, por tanto la causa de
la fobia también puede ser diferente a las enunciadas. En ocasiones la poca
concentración o falla de la memoria, asociada a trastornos depresivos y
ansiosos, puede tener su origen en malos resultados que llevan a sentir
frustración la cual, a su vez, puede agravar el problema. El hecho de que las
presiones escolares desaparezcan en la casa allí el niño puede ver televisión,
jugar, estar con los padres, jugar con las mascotas puede ser un factor que
refuerce el deseo de quedarse en la casa y no asistir a la escuela, convirtiendo
la situación en un muy activo círculo vicioso. Hay un buen número de casos en
los que el niño no identifica el factor que le causa el temor; incluso
manifiesta agrado por la escuela y deseos de asistir.
Las características más frecuentes suelen
ser:
- Negarse a ir a la escuela, escaparse de ella. Quejas de dolores
y enfermedades. Conducta negativa. Algunos llegan al pánico
(lloran, gritan, se agarran de sus padres).
- Aumento de ansiedad, tensión muscular, taquicardia, mareos, malestar
estomacal, vómitos, dolores de cabezas, trastornos de la alimentación y/o
del sueño, diarrea.
- Pensamientos negativos, miedo a ser ridiculizado.
Lo anterior nos conduce a concluir que es
necesario un tratamiento, cuyo eje central será que el estudiante vuelva cuanto
antes a la escuela. Es conveniente hacer una clara diferencia entre
la angustia de separación del niño (a) pequeño que llega a la escuela por
primera vez, ya que esta situación suele ser transitoria “angustia de
separación”
Es necesario además, diferenciar la fobia
escolar que se trata de ansiedad relacionada con alguna situación escolar con
un docente, una materia, algún tipo de burla o violencia por parte de un
compañero; además de intensa ansiedad anticipatorio (el día antes con síntomas
físicos).
RECOMENDACIONES:
Es conveniente asistir diariamente a la
escuela, ya que el problema de la fobia escolar mejorará en forma notable en
una o dos semanas.
En cambio, si no le exige al estudiante
a que asista a la escuela, los síntomas físicos y el deseo de quedarse en
casa serás cada vez más frecuente. Cuanto más tiempo pase su hijo (a) en
casa, resultará más difícil volver a la escuela.
Podrían estar en juego la vida social y la educación futura del niño.
En cuanto a las tareas de prevención, los
niños de edad preescolar se pueden beneficiar de experiencias estructuradas con
otros adultos. Los padres pueden ayudar a los niños a separarse de las personas
que los cuidan de varias maneras.
Cuando el niño se asusta mucho al
separarse de los padres, la mejor estrategia es informarle, calmadamente, que
el padre/ madre regresará y que el niño tiene que quedarse, entonces debe irse
rápido. Usualmente los niños tienen más dificultad si los padres toman mucho
tiempo al despedirse, se enojan, esperan a que el niño se calme o intentan
razonar con el niño. Una separación firme y con cariño es mejor tanto para los
padres como para el niño.
La mejor terapia de la fobia escolar es ir
diariamente a clases. Los temores se superan enfrentándolos cuanto antes. La asistencia diaria a la escuela hará
que casi todos los síntomas físicos del niño mejoren. Los síntomas se volverán
menos intensos y se presentarán con menor frecuencia y, con el tiempo, el niño
volverá a disfrutar de la escuela.
Algunas veces un niño puede llorar y
gritar, negándose absolutamente a ir a la escuela. En ese caso, después de
hablar con él sobre sus temores, se le debe llevar. Uno de los padres podría
ser mejor que el otro en hacer cumplir esto. Incluso en algunas ocasiones, un
pariente puede encargarse del asunto durante algún tiempo.
Los padres y la escuela necesitan
trabajar unidos para identificar qué está causando o manteniendo esta
conducta y desarrollar un plan comprensivo de intervención.
La clave del éxito es la pronta
intervención; mientras más tiempo permanezca esta conducta, más difícil será de
erradicar.
La relajación es un medio de aprender a
reducir la ansiedad inespecífica y obtener control de la mente. Es una técnica
terapéutica en la ansiedad excesiva y ansiedad de separación. El método más
utilizado es la “Relajación
progresiva de Jacobson” consistente en tensar y relajar los
principales grupos musculares del cuerpo al tiempo que el sujeto se concentra
en las sensaciones relacionadas con la tensión y relajación. A pesar de no ser
adecuado por debajo de los 8 años, se ha establecido un programa de adaptación
para niños menores de estas edades.
Las técnicas de modelado están
fundamentadas en el papel tan importante que desempeña en el aprendizaje,
facilitación y modificación de conductas, la observación en un modelo de
comportamientos adecuados por parte de un observador.
En definitiva se trata de un problema que
afecta a los niños y niñas; sobre todo, de preescolar y primaria, por
tanto son los educadores y los psicopedagogos los que deben trabajar para
lograr el mejor comienzo del niño (a) en el centro.
Tema de gran interés y relevancia
para los psicopedagogos, que deben aportar la ayuda y colaboración necesaria
tanto al maestro como a los padres, para superar la fobia escolar que un
determinado alumno (a) pueda tener.
La fobia escolar es un problema frecuente
que puede estar afectando a muchos niños y adolescentes de nuestra población
que padecen desórdenes de ansiedad y depresión. Se presenta como malestar
episódico, temor o miedo relacionado con los días de clases, que puede aparecer
acompañado por molestias somáticas a las que no se les encuentra una causa
precisa o no mejoran con los esquemas tradicionales de tratamiento. Las
manifestaciones de la fobia escolar son confusas.
Se debe sospechar la presencia de fobia
escolar en niños con ausentismo escolar importante, sintomatología somática
episódica y rechazo escolar; y al poder presentarse como primer motivo de
consulta sin diagnóstico previo, se
debe estudiar al niño para encontrar posibles trastornos de ansiedad o
depresión
gracias por el articulo ¡¡¡¡¡.Nathalia Calderón Astorga, M.Ps.