lunes, 25 de julio de 2011

Aprenda a poner límites en sus hijos

En repetidas ocasiones hemos oído el concepto “poner límites” y como esto se logra con una acción natural que se da de la interacción entre un adulto y un niño.  Pero llevarlo a cabo no es tan natural ni tan sencillo; es más, a muchos padres se les dificulta bastante hacerlo con sus hijos.
Un límite es decir “hasta aquí podes llegar”, “esto es lo que si se permite y esto lo que no”.  También es una manera de decir “te quiero y me preocupo por vos y por tu seguridad”, “estoy pendiente de tu desarrollo”, “el adulto soy yo, por ende soy el responsable de enseñarte que se debe y no se debe hacer y cuáles son las consecuencias de tus actos”, “eres importante para mí y por ende me preocupo por tus acciones”.
 
Es por esto que resulta de suma importancia un adecuado manejo de límites con nuestros niños, ya que es la manera más constante de poderles decir cuánto los queremos. Nos preocupamos por sus acciones, y les enseñamos el camino a seguir para así darles las herramientas para valerse por sí mismos en el futuro. 
Enseñarles límites es enseñarles cómo funciona el mundo que los rodea, es poder permitir tener orden y convivencia entre las personas, pero sobre todo es decirle a nuestros hijos cuanto los queremos y respetamos.
Los niños que se desarrollan en ambientes estructurados, con límites y consecuencias claramente definidos, son niños seguros de sí mismos, con buena capacidad de adaptación y capaces de tomar decisiones por sí mismos. Los menores que se desarrollan en un ambiente que fomenta la educación positiva, tienen mucho más posibilidades de llegar a encontrar un lugar en la sociedad adquiriendo recursos para ser creativos, responsables y productivos.
A la hora de llevar a cabo un manejo de límites según el modelo basado en la educación positiva resulta de suma importancia tomar en cuenta lo siguiente:
1.     Los adultos son educadores.
a.     Como padres es necesario dedicar tiempo y energía a la educación de nuestros hijos, los niños NO se desarrollan solos, son los adultos los que debemos darles las herramientas necesarias para enfrentar el mundo.
b.     Nosotros somos los que debemos con nuestro conocimiento y experiencia enseñarle al niño a descubrir por sí mismo todo lo que puede hacer; la mejor manera de jugar, armar, pintar, tocar algún instrumento, entre otros. 
c.     El niño no tiene la capacidad para la toma de decisiones, crear un ambiente seguro ni tampoco saber qué es lo mejor para él,  en cambio los adultos sí podemos transmitirles y compartir estas experiencias.
d.     Tampoco tienen la capacidad para autorregularse. Ellos buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, es por esto que si le damos a escoger entre comer confites o comer verduras, ¿adivinen cual va a escoger? Es ahí donde tenemos que estar los adultos guiándolos y anticipándole lo que esperamos de él. Los niños no son capaces de controlar sus impulsos, deseos y emociones, no son capaces de formar hábitos, esto solo se logra con la interacción con los adultos y su medio ambiente. Las primeras experiencias las dan padres y hermanos, después compañeros de la escuela y maestros y de ahí van aprendiendo, moldeando su personalidad con el fin de ser aprobados.
e.     Por esto la función de los adultos es constituirse como guía y ejemplo para estos niños. Los padres deben de desarrollar una sensibilidad especial que les permita establecer una comunicación real con el niño.
2.     Los niños requieren de una presencia constante de sus padres.
a.     Cantidad vs. Calidad de tiempo, ambos son necesarios para el desarrollo del niño, no podemos pensar que 15 minutos de calidad de tiempo es suficientes así como 10 horas de estar juntos sin ponerle atención o llevando a cabo otras tareas tampoco es indicado. Lo más indicado es integrarlo a la vida del adulto, los padres que son eficaces les dedican tiempo a sus hijos, atienden sus demandas y necesidades, conversan y pasan tiempo con ellos y además les enseñan habilidades.
3.     Los niños necesitan amor y aceptación incondicionales.
a.     En el caso de los niños, el concepto de sí mismos y el sentimiento de seguridad dependen enteramente del amor y la aceptación que reciben por parte de los adultos.  En ocasiones, las expectativas que tenemos de nuestros hijos no concuerdan, no son como los habíamos imaginado, algunos padres entienden esto y los aceptan como son, otros no. Rechazan a los niños sin darse cuenta, y este rechazo causa mucho dolor y un daño irremediable, ya que si sus padres no lo aceptan, ¿quién lo hará?  
4.     Los niños necesitan ser respetados. 
a.     El respeto se refiere a la comprensión de las necesidades de los demás, en este caso entre padres e hijos. Respetar a los niños significa escucharlos, entender su posición, verlos a los ojos y no criticarlos, no humillarlos, ni abusar de ellos física ni emocionalmente. Son personas que merecen nuestra atención, cuidado y afecto. 
5.     Todos los niños son diferentes. 
a.     Todos los niños son diferentes, desde su aspecto físico hasta su temperamento y personalidad, y por ende tienen distintas necesidades en diferentes momentos de su desarrollo.  Es por esto necesario tomar en cuenta las características particulares de cada niño para así poner límites y consecuencias adecuadas para cada uno.
6.     Los niños tienen diferentes necesidades según su etapa de desarrollo. 
a.     Es importante tener en cuenta y conocer las etapas para estar pendientes de que necesitan los niños, cuales son sus características y así saber que esperar en distintos momentos de su desarrollo.
7.     Necesitan un medio ambiente adecuado. 
a.     El ambiente debe de tener 2 características esenciales:
                                      i.        SER CONSTANTE: los elementos que lo constituyen son básicamente los mismos.  Es un ambiente en el cual no hay cambios radicales en su rutina ni en las personas o en aquello que lo rodea, a menos que sea una situación inesperada o de crisis.
                                     ii.        SER PREDECIBLE: hay una rutina, las personas que lo cuidan son las mismas, las actividades están establecidas y no hay grandes cambios a menos que haya una situación de crisis o de emergencia en la familia.
b.     El objetivo de un ambiente constante y predecible es brindarle seguridad al niño a través de la estabilidad.
8.     Enseñarle todo al niño. 
a.     Los niños deben de aprender que actividades son más importante y en que momento las puede realizar, pasarla bien, ser responsables, respetarse  y respetar a los demás.  Todo esto lo enseñan los padres, luego los maestros ayudan a reforzar este proceso.
9.     Decir qué queremos y esperamos de ellos.
a.     Es importante hacerles saber qué queremos de ellos y qué esperamos, así como qué cosas son importante y cuáles no, de esta forma ellos podrán comprender que esperamos y así podrán tener una mejor convivencia con la familia así como con otras personas.
10.  Integrar al niño a las actividades de los adulto
a.     Los padres que son eficientes integran a sus hijos a sus actividades logrando atender sus necesidades, conversando con ellos, jugando y participando mientras les enseñan habilidades.
11.  Enseñarles a vivir la vida de una manera positiva.
a.     Con el ejemplo de sus padres, los niños pueden aprender a ser responsables de sus actos y asumir consecuencias de lo que hacen y comprender que todos podemos cometer errores pero que hay manera de corregirlos y de aprender de ellos.
12.  Utilizar el sentido común.
Los padres son los que mejor conocen a sus hijos, es por esto que debemos tener en cuenta el sentido común y así ir ajustando los cambios conforme los niños van creciendo y de acuerdo con las necesidades del momento.
Pasos para poner límites:
      i.        Conocer el tipo de autoridad que ejercemos.
     ii.        Conocer las características y necesidades del niño según la etapa del desarrollo en que se encuentre.
    iii.        Definir los objetivos precisos basados en valores claros.
    iv.        Proporcionar un ambiente adecuado.
     v.        Formar hábitos.
    vi.        Enseñar habilidades al niño.
   vii.        Establecer límites.
  viii.        Aplicar consecuencias en caso necesario.


Nicole Volio Psicóloga Clínica.

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